Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2021

UN CUIDADOR MUY SEGURO

Imagen
 El castillo tenía dos puertas: una para la familia del rey y otra para todas las personas desconocidas que deseaban pasar. Quien quisiera entrar, debía enfrentar a Seguro, el cuidador, el guardián de la fortaleza. Seguro era un hombre común: ni muy alto, ni muy forzudo, ni muy musculoso, pero eso sí, era responsable y, sobre todo, astuto; capaz de no dejar pasar ni siquiera al viento si le parecía que podía poner en peligro el castillo y a sus habitantes. Un día, un mensajero del reino vecino llegó a la puerta por la que entraban los desconocidos y se paró frente a Seguro. –Buenos días, me gustaría ver al Rey. –¿Por qué asunto es? –preguntó Seguro mirando fijo al desconocido. –Tengo un paquete de cartas para él. –¿Cartas? De ninguna manera. El rey no tiene tiempo de jugar a las cartas. –No, usted entendió mal, lo que traigo son cartas para que el rey lea, no para que el rey juegue. Son muy importantes. También traigo esta pulsera para que la muñeca de la princesa luzca como nunca. –¿P

CUENTO SOBRE LOS BERRINCHES DE UN NIÑO

  Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la cerca de detrás de la casa. El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento. Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca. Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo: -

UGA LA TORTUGA

  - ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona . - ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas. Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano. - ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar. - No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.

EL LOBO Y LAS SIETE CABRITAS

  Había una vez una cabra que tenía siete cabritillas. Todas ellas eran preciosas, blancas y de ojos grandes. Se pasaban el día brincando por todas partes y jugando unas con otras en el prado. Cierto día de otoño, la mamá cabra le dijo a sus hijitas que tenía que ausentarse un rato para ir al bosque en busca de comida. – ¡Chicas, acercaos! Escuchadme bien: voy a por alimentos para la cena. Mientras estoy fuera no quiero que salgáis de casa ni abráis la puerta a nadie. Ya sabéis que hay un lobo de voz ronca y patas negras que merodea siempre por aquí ¡Es muy peligroso! – ¡Tranquila, mamita! – contestó la cabra más chiquitina en nombre de todas – Tendremos mucho cuidado. La madre se despidió y al rato, alguien golpeó la puerta. – ¿Quién es? – dijo una de las pequeñas. – Abridme la puerta. Soy vuestra querida madre. – ¡No! – gritó otra – Tú no eres nuestra mamá. Ella tiene la voz suave y dulce y tu voz es ronca y fea. Eres el lobo… ¡Vete de aquí! Efectivamente, era el malv

LA MARCHA DE OSÍAS EL OSITO

Osías el Osito en mameluco paseaba por la calle Chacabuco mirando las vidrieras de reojo sin alcancía pero con antojo.   Por fin se decidió y en un bazar todo esto y mucho más quiso comprar.   Quiero tiempo pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Por favor, me lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador.   Quiero un río con catorce pececitos y un jardín sin guardia y sin ladrón. También quiero para cuando este solito un poco de conversación.   Quiero cuentos, historietas y novelas pero no las que andan a botón. Yo las quiero de la mano de una abuela que me las lea en camisón.   Quiero todo lo que guardan los espejos y una flor adentro de un raviol   y también una galera con conejos y una pelota que haga gol. 

LA HISTORIA DE EL REY ARTURO

  Esta historia ocurrió en un lejano lugar hace mucho, mucho tiempo, cuando había castillos para los reyes y os caballeros libraban batallas cubiertos con armaduras.   En ese lugar gobernaba un rey muy reconocido entre sus súbditos llamado Arturo. Al asumir su reinado, Arturo se encontró con la existencia de un temible dragón que atacaba la población.     El dragón vivía en el interior de una montaña rodeada por un gran lago. Cuando estaba hambriento, llegaba al poblado en busca de alimento. Si esto ocurría, no había lugar donde encontrar resguardo, pues el dragón con su aliento de fuego, hacía arder todo cuanto se le cruzara en el camino. Ante cada aparición del dragón el poblado quedaba hecho cenizas y entonces el rey Arturo enviaba a sus hombres a reconstruirlo.     Pero como el dragón embestía y embestía contra el pueblo con tanta frecuencia, nunca lograban reparar definitivamente los daños. Así fue que el rey decidió ir en busca del dragón arriesgando su propia vida.     A

LA LEYENDA DE LA YERBA MATE

  La luna, Yacy paseaba desde siempre por los cielos nocturnos, observando curiosa los bosques, las lagunas, el río y los esteros desde lo alto. Cada día contemplaba su belleza como una niña que está conociendo el mundo por primera vez. Sin embargo, a sus oídos fueron llegando los relatos de quienes habían visitado el mundo y que le iban contando de la vida de los animales, de la belleza de las flores, del canto de los grillos, el piar de las aves, del sonido del río… y la luna fue tornándose cada vez más curiosa y con deseos de visitar la tierra. Así que un día se decidió y, junto con Araí , la nube, fue a pedirle autorización a Kuaray , el Sol, para que las dejase bajar un día a la tierra para así poder contemplar de cerca las bellezas del mundo. El dios Sol se mostró reacio a dejarlas partir, pero por fin cedió y las dejó marchar. Sólo les impuso una condición: en la tierra serían vulnerables a los peligros de la selva como cualquier humano, aunque también serían invisibles

ANTOLOGÍAS

 ERROR 404 SITIO EN CONSTRUCCIÓN

EL RATÓN DE LOS DIENTES

  Justo en el día de su cumpleaños seis, Buby estaba comiendo una galletita, cuando sintió que uno de sus dientes se movía. -       Mamá, se me mueve un diente. La madre de Buby era, nada más ni nada menos, que la Reina del lugar. Cada vez que la reina tenía que tomar una decisión, le pedía consejos a su ministro de confianza. En esta ocasión, también llamó al médico de la corte para consultarlo. -       Hay que esperar que el diente se caiga solo-dijo el ministro. -       ¡No! Hay que atarlo de un hilo de seda, tirar y sacarlo de inmediato-dijo el médico. Como era de esperar, entre el ministro y el médico, la reina decidió hacerle caso al médico. Así que ataron el hilo y, de un tirón, arrancaron el diente. La Reina decidió que Buby colocase el diente debajo de la almohada. Ella conocía la famosísima historia del ratón Pérez. Como Buby todavía no sabía escribir, le dictó la cartita a su mamá. La Reina buscó una pluma y escribió lo que le dictaba Buby. Estimado ratón P

EL DOCTOR RIMBOMBANTE

 Cuentan que, una vez, el lagarto comió demasiada fruta y le dio un terrible dolor de panza.      -Ay, ay, ay -se lamentó-, tengo que encontrar a alguien que me cure. Y, con su panza hinchada a cuestas, empezó a preguntarles a los demás animales si conocían a un buen doctor.       -Te puedo recomendar a uno buenísimo -le dijo la lechuza-. Es un gato que vive cerca del río. Se llama doctor Rimbombante. El lagarto bajó hasta la orilla del río agarrándose la barriga a cada paso y allí le preguntó a una vizcacha dónde quedaba la casa del médico:       -jAhhh, el doctor Rimbombante! –exclamó la vizcacha-. Es un genio! ¡Cómo habla! Con qué autoridad se expresa! Vive en el hueco de ese árbol. Doblado en dos por el dolor, el lagarto se arrastró hasta el árbol y golpeó en el tronco un par de veces. Inmediatamente, apareció un gran gato negro que lo miró de arriba a abajo y le sonrió:      -Pero mi querido Tupinambis teguixin, qué le anda pasando? -le dijo con aire de sabio.      -No me llamo Tu

EL CUARTO DE LOS DOS REINOS

 No tengo demasiada experiencia como escritor, pero supongo que el capítulo dos es el indicado para presentar a los personajes. Cuando hablo de personajes, me refiero a todos los que tomaron parte en la historia, desde la primera escaramuza hasta el armisticio mojado. Ahora bien: los personajes de esta historia son muchos (vivimos en un barrio populoso), no me parece justo que pretendan que los nombre a todos. No me alcanzaría a mí la memoria, ni a ustedes la paciencia. En cambio, lo que sí me parece justo es presentarles por lo menos a Felipe Mus y a Cecilia Mus, porque fueron precisamente Felipe Mus y Cecilia Mus los que inauguraron el conflicto. Tanto que Felipe merecería el nombre de Monstruo Fundador y Cecilia el de Hada Fundadora. Felipe y Cecilia son hermanos, y cualquiera sabe que ya eso solo es un buen motivo para pelearse. Pero, además, Felipe y Cecilia son la sal y el azúcar, la mostaza y el dulce de leche. Tienen gustos muy diferentes y diferente modo de ver las cosas. No e

POR QUE TENGO QUE SER PRECISAMENTE YO EL QUE CUENTE ESTA HISTORIA

No tengo más remedio que ponerme a contar la historia de la gran batalla que tuvo lugar en nuestro barrio por la sencilla razón de que no parece haber ningún otro dispuesto a hacerlo. Tal vez a algunos les llame la atención que me haya metido a narrador, especialmente si se tiene en cuenta la especie a la que pertenezco. Me llamo Nepomuceno, Musnepo, para casi todo el mundo, y soy perro. (Espero que no sean ustedes de la clase de personas que preguntan a continuación “De qué raza?". Mucho me temo que en mi caso resultaría difícil responder a eso: soy perro, a secas). A mi modo de ver, no tiene nada de particular que un perro narre una historia acerca de humanos (acaso no hubo muchos humanos que contaron historias de perros?). Pero reconozco que no es lo más habitual. Incluso puedo aceptar que algunos humanos -los más vanidosos-, se sientan algo ofendidos, y hasta muy ofendidos, tal vez, al punto de negarse rotundamente a seguir leyendo un libro en el que hay un narrador que no per

LEYENDA DE LOS CANTOS RODADOS

Cuentan que hace miles de años, unos muchachitos se pasaban el día jugando en un río cercano. Era un río tumultuoso, con caídas, ollas de piedra pulida y playas de arena. Según la hora del día, todo se ponía dorado o violeta o azul.  En realidad, los chicos jugaban con el río, que se portaba como un gran animal. Por tramos galopaba, trotaba o se dejaba ir manso, como flotando boca arriba. Venia lleno de piedras que rodaban y hacían ruido de nueces cayendo a canastadas desde las sierras. Se dice también que esas piedras son las palabras del río. Con ellas jugaban los muchachitos en aquellas montañas que hoy se llaman las sierras de Córdoba. Andaban siempre de aquí para allá, con las manos llenas de piedras, inventando cosas.           -     Ruedan cantando- decían.           -      Cantan rodando-decían.          -      Cantan cantos rodados. Poco a poco las piedras tuvieron nombre: cantos rodados. Los muchachitos buscaban las más pulidas, las que más se parecían a los huevos de los páj

VERSOS LUNATICOS

Imagen
 Cuando salga la luna con su traje de harina  y se acueste despacio sobre el agua callada,  voy a ata rla a mi cama con la cuerda más fina. En la luna se pierden los muñecos de nieve,  los pedazos de tiza que no usó la maestra  y ese polvo de azúcar que a las tortas les llueve. Vive gente en la luna tienen forma de pera,  unos ojos muy grandes y unas bocas de plata.  visten solo camisas de algodón en salmuera